Resumo
La gran mayoría de las gramáticas españolas sólo incluye dentro de los paradigmas temporales de futuro en el modo indicativo las formas ilexivas
del llamado futuro, futuro simple o futuro imperfecto (cantaré, comeré, vi-
~lir-4) y las correspondientes de la perífrasis con el verbo auxiliar haber
(I.labré ca~ltadoh, abre' cotriido, Izabré vivido) agrupadas bajo la denominación
de "futuro compuesto" o de "futuro perfecto", lo que se basa en la diacronía y continúa la tradición gramatical latina. Desde el punto de vista semiíntico se sabe que toda forma de futuro no se refiere a hechos sino a posibilidades, como lo indica Molho (1975:300 y sig.): "el futuro no es corno el pasado un tiempo que ya ha accedido a la existencia, sino por el contrario, un tiempo que se imagina ... de ahí que por definición implica una carga de hipótesis inherente ..." o como apunta Coseriu (1973: 172), el futuro es el tiempo de "aquello que aún no es " y la existencia humana es permanente "anticipación del futuro ... un traer el futuro al presente como intencibn, obligación o posibilidad". No es, pues, de extrañar que la gramática española incorpore en su descripción de las formas de futuro tanto el valor teinporal como el modal. El primero se considera normalmente como el básico, en tanto que las diversas posibilidades contextuales del segundo se enumeran atomísticamente en calidad de significados secundarios, futuro de probabilidad (u esta Iior-u estará e11 su casa), futuro concesivo (sera muy listo, pero no lo denluestra), futuro de sorpresa (¿Sera posible lo que nze clletitas?), de cortesía (¿Ser6 Ud. turl anzable de...?), futuro exhortativo o imperativo (;Lo I.iuras co~rios ea o no te sal~idon ias!), futuro anunciativo o promisivo (de alzora en udelurzte nie portare' bien), etc. C. Hernández ( 197 1 : 259-26 1 ) ha reducido con muy buen criterio los valores concesivo.